Lo ‘‘sobrenatural’’ ha sido siempre uno de los mayores enigmas para el hombre. Todas las religiones, sean las que sean (cristianismo, hinduismo, budismo, lamaísmo, brahmanismo, druidismo, islamismo, taoísmo, etc.), están basadas en la dependencia del ser humano con lo ‘‘sobrenatural’’.

Los talismanes, bien sea por sus inscripciones grabadas o dibujadas, bien por el dios o el poder cuya invocación se les atribuye, se les ha considerado desde siempre como un elemento de unión con el ‘‘absoluto’’, estableciendo así un lazo entre el universo y el ser humano. Si su empleo ha podido perpetuarse a través del tiempo, ésta es la mejor prueba de su eficacia, ya que el hombre abandona aquello que no ha podido brindar pruebas válidas. Esto nos demuestra que el hombre ha creído en estos objetos, y en vista de los resultados positivos que ha obtenido, continúa creyendo en ellos. El talismán se convierte así en un apoyo psicoespiritual e implica fe, ¿y quién no ha oído alguna vez la famosa frase de ‘‘la fe mueve montañas’’?, aunque como terapia deberíamos comenzar por tener fe en nosotros mismos.