Es un objeto natural y puro.

El término amuleto procede del latín amuletum, que Plinio utiliza para designar un objeto que protege a las gentes contra las enfermedades, que es una sustancia médica y que actúa tanto directa como indirectamente.

Por lo general toma su sustancia del mundo animal o del mundo vegetal: elefante, escarabajo, hoja, etc. El cometido del amuleto es ofrecernos una protección, o una defensa, una ayuda positiva para alcanzar un fin determinado, o para ser feliz de una manera general.

Se considera que el amuleto posee o encierra una fuerza mágica: realiza lo que simboliza, una relación particular entre el que lo lleva y las fuerzas que aquel representa. ‘‘Fija y concentra todas las fuerzas… actuando en todos los planos cósmicos… establece al hombre en el corazón de esas fuerzas, incrementando su vitalidad, volviéndolo más real, garantizándole una mejor condición incluso después de la muerte.’’

En Egipto las momias estaban recubiertas de amuletos de oro, bronce, piedra o loza para preservar salvaguardar la inmortalidad del difunto; servían igualmente para preservar la salud, la felicidad y la vida terrenal; según la forma de tales amuletos y la imagen que representan, se considera que confieren la fuerza, el frescor de la vida, la conciencia, el disfrute de los miembros, etc. La escuadra con el vértice hacia arriba y el hilo con la plomada pendiente en medio del ángulo constituyen una imagen, con las virtudes de amuleto, que pertenece tanto al arte religioso del Egipto antiguo como a la simbólica masónica de hoy: garantiza una estabilidad perpetua. Los más difundidos y poderosos de estos amuletos tendrán la forma de un escarabajo, de un ojo maquillado, del nudo de Isis, de la cruz ansada, etc.